martes, 25 de marzo de 2014

Pedro Fernández de Castro y Andrade. Conde de Lemos.

Fue la persona a la que Miguel de Cervantes le dedicó la segunda parte de El Quijote.  Pero fue mucho más que eso, Don Pedro Fernández de Castro y Andrade es uno de los más importantes mecenas culturales de su tiempo. Cervantes, Quevedo, Lope de Vega... fueros algunos de los escritores sobre los que el Conde de Lemos esjerció su labor.


En 1598, recién nombrado primogénito de la casa de los Andrade, Don Pedro buscó un secretario que lo ayudase en sus asuntos personales, la casualidad quiso que la persona que entrara a su servicio fuera Lope de Vega. Fue así como uno de los escritores más reconocidos del Siglo de Oro fue '' vestido y descalzado'' como el mismo aseguró en una epístola, por el Conde de Lemos. Fue Lope de Vega, quien le presentó a Cervantes, que por aquel tiempo buscaba protección, y la encontró en Don Pedro, esta relación fue larga y estrecha. prueba de ella, son las tres obras que Miguel Cervantes le dedicaría al conde ''El Quijote'', ya mencionado, ''Comedias y Entremeses'' y '' Los trabajos de Persiles y Sigismunda''
Como curiosidad, las malas lengua cuentan que  al escritor no le sentó muy bien que el conde no lo escogiera como acompañante cuando lo nombraron Virrey de Nápoles.


Pero no solo fue un mecenas, sino también un  polítco, entre sus puestos destacan tres, la presidencia del Consejo de Indias, uno de los títulos más ambicionados por la nobleza de la época. Fue también Virrey de Nápoles y Presidente del Consejo de Italia. 

Durante su estancia en Italia patrocinó grandes obras públicas. Además de crear la universidad, mandó edificar numerosos palacios, como el propio edificio de la Universidad, que no pudo ver terminado. También se preocupó por el abastecimiento de agua de la ciudad de Nápoles. Fundó la academia de los Ociosos

 que se convirtió en uno de los centros culturales y literarios más importantes de Italia y numerosas escuelas. 


Promulgó la Real Cédula de fecha 16 de mayo de 1609 por la que se concedía la libertad a los indígenas en todos los territorios bajo dominio de la monarquía hispánica y luchó aunque de manera infructuosa por la concesión del voto en cortés para el reino de Galicia.

En  1618, gracias a las intrigas palaciegas del Duque de Uceda  y al carácter débil de Felipe II, fue condenado al ostracismo y regresó a Monforte


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