miércoles, 12 de febrero de 2014

Alegrías, antruejo, que mañana será ceniza.

La palabra carnaval viene de carne, y levare (quitar), o sea, quitar la carne,  esta festividad  se celebra en los días que preceden al comienzo de la Cuaresma. Algunos investigadores creen que su orígenes se remontan  a fiestas greco-romanas o incluso anteriores, lo cierto es que el carnaval está ligado a la Iglesia Católica. 

Durante la Edad Moderna, el carnaval funcionaba como un aliviador de tensiones, la sociedad moderna estaba sometida a un sistema de desigualdades muy rígido, lo que se pretendía con esta festividad era preparar a la muchedumbre para el tiempo de Cuaresma y Adviento, que constituían formas religiosas de control muy efectivas.

El Combate de Don Carnal y Doña Cuaresma. Pieter Brueghe. 1559

Por esta razón durante el Carnaval la sociedad tenía derecho a transgredir varias normas; podían blasfemar, cometer abusos, burlarse de sus nobles y de las investiduras eclesiásticas, y podían elegir al Rey y la Reina de la festividad, quien tenía poder o no según lo que dijera la muchedumbre, se derrochaba carne y bebida y se permitía el libertinaje sexual.

Con el miércoles de ceniza llegaba la cuaresma y la religión pedía sacrificios y ayunos, los nobles volvían a sus habituales labores de dominación, los artesanos con sus artes manuales, los sacerdotes seguían cobrando diezmos, y los campesinos de vuelta al trabajo. 

Por lo tanto os animamos a retomar los orígenes del carnaval, a que transgredáis, a que rompáis las reglas, a que os disfracéis y a que cometáis excesos. 




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